domingo, 25 de enero de 2009

Fragmento de "El Antiguo Régimen y la Revolución."

"Los hombres, al no estar ya vinculados por lazos de casta, de clase, de corporación, de familia, se sienten demasiado inclinados a no preocuparse más que de sus intereses particulares, siempre tentados de no pensar sino en sí mismos y de cerrarse en un individualismo estrecho que ahoga toda virtud pública. El despotismo, lejos de luchar contra esta tendencia, la hace mucho más fuerte, pues quita a los ciudadanos toda pasión común, toda necesidad mutua, toda exigencia de entenderse, toda ocasión de actuar conjuntamente; los encierra, por así decirlo, en la vida privada. Ellos tendían ya a alejarse unos de otros: el despotismo los aísla. No había ya excesiva solidaridad entre ellos: el despotismo acentúa su indiferencia.
(...)
La libertad - Sólo ella puede, en efecto, sacar a los ciudadanos del aislamiento en que les hace vivir la misma independencia de su condición, para constreñirlos a aproximarse unos a otros. Es lo único que los enardece y los reúne cada día, impulsados por la necesidad de entenderse, de persuadirse y de complacerse mutuamente en la práctica de los asuntos comunes. Sólo ella es capaz de apartarlos del culto del dinero y del menudo trajín cotidiano de sus negocios particulares para hacerles percibir y sentir en todo momento que a su lado y sobre ellos está la patria; sólo ella sustituye de vez en cuando el amor al bienestar con pasiones más enérgicas y elevadas, proporciona a la ambición objetos más nobles que la adquisición de riquezas, y crea la luz que permite ver y juzgar los vicios y las virtudes de los hombres.
(...)
¿Qué hombre tendrá por naturaleza un alma tan mezquina que prefiera depender del capricho de uno de sus semejantes, a obedecer las leyes a cuyo establecimiento ha contribuido, si cree que su nación posee las virtudes necesarias para hacer buen uso de la libertad? Creo que ninguno."

¡Señores, Alexis de Tocqueville!

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