domingo, 25 de enero de 2009

Senatus Populusque Romanus.


Es interesante ver la diferencia que puede haber entre dos posibles traducciones a la frase latina que enseñoreaban las legiones y las instituciones de la antigua Roma. Senatus Populusque Romanus puede entender en dos formas: El Senado y el Pueblo de Roma, o el Senado y el Pueblo Romano.
Esta división puede resultar espúrea a primera vista, pero si uno le mete el diente a la cuestión podrá encontrar dos ideosincracias distintas en el significado de cada una de las traducciones.

El Senado y el Pueblo de Roma denota una relación de subordinación entre el Senado y el Pueblo con Roma. La relación que se presenta entre los tres es de tal manera que pareciera que el Senado y el Pueblo de la ciudad de Roma se encuentran en una relación de dominación por parte de la idea que representa la ciudad. Esta es una interpretación que se le puede dar también a la forma política del Estado Moderno. ¿Por qué? Sencillamente porque existe una diferencia entre Estado y sociedad, entendida como que la sociedad es objeto de la soberanía del Estado, y dicho Estado es el representante de la mencionada sociedad. El Estado es el sujeto de la soberanía que se ejerce sobre la sociedad. De la misma manera podemos entender que la primera traducción nos dice que Roma, en tanto idea o imagen cognitiva que representa una organización política (en este caso la república), es el sujeto de la soberanía, mientras que el Senado y el Pueblo dentro de la ecuación son el objeto de dicha soberanía. Estamos en presencia de una traducción que interpreta al sistema republicano de los romanos desde un punto de vista moderno.

El Senado y el Pueblo Romano denota una relación de unidad entre los sujetos Senado y Pueblo con la noción de pertenencia a una comunidad: la de la ciudad de Roma. Esta unidad nos puede ayudar a entender mejor la ética política de los antiguos romanos. ¿Por qué? Por el simple hecho de que en la antigüedad no se concebía al Estado de la misma manera como se concibe en la modernidad. La clave está en la noción de individuo, que era totalmente ignorada en la antigüedad y que es fundamental en la modernidad. Los romanos no podían entender al Estado si este no estaba compuesto sustancialmente por la sociedad a la cual representaba. No existía la división Estado/sociedad, pues la sociedad era el Estado. Es evidente entonces que no puede existir noción de individuo, porque no hay noción de representación en tanto derecho a una libertad negativa como es entendida desde Hobbes. Lo que existía era una noción de comunidad que representaba la identidad total del individuo. El individuo no es entendido como ser aislado o solitario con intereses particulares, sino como miembro de su comunidad y partícipe en los asuntos de su comunidad cuyos intereses se identificaban con los del colectivo: en este caso la libertad (libertad positiva y política).

Si bien hacemos caso a Cicerón y el sistema político de los romanos debe ser entendido como Res Publica, es decir, como los asuntos de interés de todos, entonces no podemos plantear una noción moderna en lo que era una ideosincracia antigua. La idea de una separación entre Estado/sociedad denota una representación que le da a los miembros de la sociedad el beneficio de la libertad liberal (negativa). Pero en la noción republicana de Cicerón la cosa pública es asunto de todos, y la libertad es vista como un deber ante estos asuntos, no como un derecho al libertinaje, como es visto por los liberales de la modernidad. Si aceptamos la ética antigua como principio para definir a la república romana, entonces la traducción correcta sería la desarrollada de segundo lugar (el Senado y el Pueblo Romano), en vez de cometer el anacronismo de traducir de acuerdo con los principios de nuestro tiempo (El Senado y el Pueblo de Roma)

Esta reflexión la hago pública con ganas de compartir ideas. Espero no resulte demasiado exquisita para algunos que pretenden la modestia en las palabras.

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